domingo, 18 de diciembre de 2011

Quien calla otorga.

Noto con claridad que las cosas ya no son como antes, una de ellas son los precios elevados y no solo de los productos que conforman la canasta básica, sino hasta en los objetos más insignificantes que uno se pueda imaginar pero que adquirimos por alguna razón -estatus, por una ganga, qué sé yo-, pero lo alarmante no es la inflación, sino el que nos quedamos callados.

No sé a qué le tenemos miedo, pero el chiste es que no nos creemos capaces para poder reclamar lo que nos hace daño económicamente hablando, ya que nuestro silencio lo utilizan muy bien tanto los monopolios como las empresas transnacionales para cobrar los precios que quieren y proporcionar un mal servicio en lo que venden, así como las autoridades económicas para no hacer su trabajo dado a que son muy inéptos.

En México pagamos precios muy altos por los servicios que consumimos, como la gasolina, la luz, el teléfono, el internet, las tasas de interés por las tarjetas de crédito y otros servicios bancarios, entre otras cosas, y todo eso es, aparte de los bajos salarios, a que nos quedamos callados ante tal abuso.

No digo que dejemos de consumir, eso sería dañino para nuestra economía y para el país entero, ya que si falla un sector, los demás comienzan a tener problemas los cuales se verían principalmente reflejados con los recortes de empleo, pero si debemos ser más exigentes tanto con las empresas como con el gobierno a fin de pagar precios justos por los productos y servicios que adquirimos, también si usted es empresario o trabaja en alguna empresa, ponga su granito de arena, preste un mejor servicio pero también reclame lo que es suyo.

En lo personal, la base de mi éxito en los negocios es que escucho a mis clientes, ellos me dan las señales en el camino para poder proporcionarles lo que ellos demandan, al momento de que uno escucha a la gente, ellos lo toman como un agradecimiento y eso nos permite trabajar mejor, de esa manera gano fidelidad, esto lo pongo de ejemplo para que usted vea lo importante que es hablar, eso sí, siempre haciéndolo con respeto y actitud de colaboración, es decir, hacer crítica que lleve a la propuesta.

Está en cada uno de nosotros cambiar las cosas, o hablamos y exigimos, pero también actuamos, o nos quedamos callados y otorgamos el derecho de hacer a quienes abusan lo que se les pegue la gana.

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