lunes, 16 de agosto de 2010

¡Con su permiso, señor Cardenal!

Recuerdo que cuando era niño, fuí enviado al catecismo con el fin de recibir a Jesucristo en mi alma por medio de la hostia, es decir, hacer la primera comunión. En las clases, la maestra nos decía a todos los que estábamos presentes como alumnos, que Dios nos había creado a todos por igual y que su amor no tenía condición alguna.

Las declaraciones del cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, difieren totalmente con los principios católicos de amor y respeto al prójimo, ya que a el susodicho "ministro de Dios en la Tierra" no le parece que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) haya aprobado tanto el matrimonio gay, así como su derecho de adoptar menores de edad en el Distrito Federal, mostrándose así intolerante y falto de autocrítica.

Desde la llegada del "gobierno del cambio" en el 2000, la Iglesia Católica (la que tiene más feligreses en México), ha tenido espacio más amplio para manifestarse, al grado de abusar de su uso con fines de manipular a la población, pero en realidad carece de argumentos para hacer válidos sus comentarios que atentan contra el Estado laico. Sandoval Íñiguez afirma que Marcelo Ebrard sobornó a los jueces de la SCJN, aunque no haya dado pruebas de ello, ni siquiera como mero rumor.

Otro punto donde el cardenal tapatío carece de argumentos y autocrítica es que los niños que habiten con una pareja gay crecerán en un ambiente inapropiado para su crecimiento y desarrollo, tanto físico como académico, además, el cardenal cree que los infantes serán abusados por los homosexuales, cuando es de todos sabido que los sacerdotes católicos han cometido actos de pederastía (cítese Los Legionarios de Cristo, de Marcial Maciel), y en matrimonios de parejas heterosexuales se han presentado casos de adulterio, carencia de valores, infidelidades, problemas psicológicos generados por vicios, etc., por supuesto, no todos son así.

A pesar de que la religión católica es la que más seguidores tiene en México, está perdiendo simpatizantes, principalmente entre los jóvenes, debido a sus actos de doble moral y total desconocimiento de la laicidad, costándole así la pérdida de la credibilidad por parte de ese sector poblacional. La Iglesia Católica no gana nada con fanatismos mediáticos, sólo se demerita más.

En la cuestión de los matrimonios gay y las adopciones en el D.F., es sólo un derecho que se le está reconociendo a la comunidad lésbico-gay, ellos y ellas sabrán si se casan y adoptan niños o no, al aprobarse eso no significa que habrá bodas al por mayor, al contrario, sólo obtienen capacidad de decisión y hacer un plan de vida. Incluso, la unión entre personas del mismo sexo podría contrarrestar la desaparición de la familia que afirman varios sexólogos y sociólogos, ya que según sus observaciones e investigaciones, las nuevas generaciones han dejado de creer en el matrimonio, principalmente aquellos que son hijos de padres divorciados o con problemas de violencia intrafamiliar, sin olvidar la pérdida de credos religiosos que abogan por éste sector de la sociedad.

No hay que alarmarnos, Juan Sandoval cada que habla sólo se echa la soga al cuello, nosotros como sociedad debemos entender que el respeto es más importante que compartir ideologías, ya que sin él, se cae en el estado de la intolerancia y por ende en comportamientos de intolerancia, e incluso bélicos.

¡Con su permiso, señor Cardenal, que yo no creo en la doble moral!

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